Quienes me conocen saben que uno de mis escritores favoritos es Richard Bach, esto esta plenamente justificado todos sus libros me han insipirado y me han ayudado a crecer, a madurar, y a convertirme en la persona que conocen...
Bueno queria compartir con ustedes este fragmento de su libro "Ilusiones" es mi parte favorita del libro hay dos personajes el propio Richard y Donald Shimoda que viene a ser una especie de mesias o ser sabio, en el fragmento Richard va a descubrir el por qué de algunos actos humanos y llegar a la conclusion de que
CADA UNO ES LIBRE DE HACER LO QUE DESEA....
Completamos el día en Hammond, Wisconsin, llevando a unos cuantos pasajeros. Cenamos en el pueblo y luego emprendimos el regreso.
- Don, admito que esta vida puede ser interesante, o tediosa, o lo que tu
quieras que sea. Pero ni siquiera en mis momentos de mayor lucidez he podido entender por qué estamos aquí, para empezar. Háblame un poco de eso.
Pasamos frente a la ferretería (cerrada) y al cine (abierto: "La jauría humana”) y en lugar de responder se detuvo y dio media vuelta en la acera.
- ¿Tienes un poco de dinero, no?
- Mucho, ¿por qué?
- Vamos a ver la película - dijo -. ¿Invitas?
- No se, Don. Entra tú. Yo volveré a los aviones. No me gusta dejarlos demasiado tiempo solos.
¿Qué era lo que hacía que una película fuera súbitamente tan importante?
- A los aviones no les sucederá nada. Vamos al cine.
- Ya ha empezado la película.
- Pues la veremos empezada.
Ya estaba comprando su entrada. Lo seguí al interior de la sala y nos sentamos en una de las últimas filas. Debía de haber unas cincuenta personas en la penumbra que nos circundaba.
Al cabo de un rato olvidé por qué habíamos entrado y me dejé atrapar por la trama, que de todos modos siempre me ha parecido propia de un clásico del cine. Debía ser la tercera vez que la veía. Dentro de la sala, el tiempo se enrosco y se estiró como siempre lo hace en una buena película, y durante un rato presté atención a los detalles técnicos: cómo estaba montada cada escena y cómo enlazaba col la siguiente, por qué cada una de ellas aparecía en un momento determinado y no más tarde. Traté de enfocar la película desde ese ángulo, pero la historia me envolvió y me olvidé de mi intención.
Cerca del final, Shimoda me tocó el hombro. Me incliné hacia él, mirando la pantalla, deseando que dejara para más tarde lo que me quería decir.
- ¿Richard?
- Sí.
- ¿Por qué estás aquí?
- Es una buena película, Don. Shh.
Los protagonistas dialogaban.
- ¿Por qué es buena? - preguntó.
- Es entretenida. Shh. Te lo explicaré luego.
- Rompe el trance. Despierta. Son todas ilusiones. se irritó.
- Donald, faltan pocos minutos y después podremos hablar tanto como quieras. Pero déjame ver la película. ¿De acuerdo?
Susurró apasionado, dramáticamente:
- Richard, ¿por qué estás aquí?
- ¡Escucha, estoy aquí porque tú me pediste que entrara!
Me volví y traté de ver el final.
- Nadie te obligó a entrar, podías haber dicho no, gracias.
- ME GUSTA LA PELÍCULA...- Un hombre sentado en la fila de adelante se volvió para mirarme brevemente -. Me gusta, Don. ¿Hay algo malo en eso?
- Absolutamente nada - respondió, y no agregó una palabra hasta que termino la sesión y nos pusimos a caminar, primero frente a la tienda donde vendían tractores usados y después, por la oscuridad hacia el campo y los aviones. Amenazaba lluvia.
Medité sobre su extraña conducta en el cine.
- ¿Lo haces todo por alguna razón? - le pregunte.
- A veces.
- ¿Por qué la película? ¿Por qué quisiste ver súbitamente ésa?
- ¿Hiciste una pregunta?
- Sí. ¿Tienes una respuesta?
- Esta es mi respuesta. Entramos en el cine porque hiciste una pregunta. La película fue la contestación.
Se estaba burlando de mí.
- ¿Cuál fue mi pregunta?
Hubo un largo y penosos silencio.
- Preguntabas, Richard, por qué ni siquiera en tus momentos más brillantes has logrado descifrar por qué estamos aquí.
Lo recordé.
- Y la película fue la respuesta.
- Si.
- Ah.
- No lo entiendes - dijo.
- No.
- Era una buena película - explicó - . Pero la mejor película del mundo sigue siendo una ilusión, ¿no? Las películas ni siquiera se mueven: sólo parecen hacerlo. La luz cambiante parece moverse sobre una pantalla plana montada en la oscuridad.
- Bien, sí - empezaba a entender.
- Las otras personas, todas las que se encuentran en cualquier lugar donde vas a ver una película, ¿por qué están allí, cuando sólo se trata de ilusiones?
- Bueno, para entretenerse - dije.
- La diversión. Eso es. Primera razón.
- Podría ser para educarse.
- Sí. Siempre lo es. Aprendizaje. Segunda razón.
- Fantasía, evasión.
- Eso también es diversión. La primera.
- Razones técnicas. Para ver como está filmada la película.
- Aprendizaje, la segunda.
- Para matar el aburrimiento.
- Evasión. Ya lo has dicho.
- Por un motivo social. Para estar con amigos - dije.
- Razón para ir al cine, pero no para ver la película. De todos modos, es una diversión. Primera razón.
Le bastaban dos dedos para enumerar todas las alternativas que se me ocurrían. La gente va a ver películas para divertirse, o para aprender, o para ambas cosas a la vez.
- Y una película es como una vida, Don. ¿Eso es?
- Sí.
- ¿Entonces por qué iba a escoger nadie una mala vida, una película de horror?
- La gente no va a ver las películas de horror sólo para divertirse. Al entrar al cine ya saben que es una película de horror - manifestó.
- Pero ¿por qué?
- ¿Te gustan las películas de horror?
- No.
- ¿Has visto alguna?
- No.
- ¿Pero algunas personas invierten mucho tiempo y dinero en ver monstruosidades, o problemas melodramáticos que otros individuos juzgan necios y aburridos...? - dejó flotando la pregunta para que yo la
contestara.
- Sí.
- Tú no estás obligado a ver las películas que les gustan a esas personas, ni ellas a ver las que te gustan a ti. Eso es lo que llamamos "libertad".
- ¿Pero por qué alguien podría tener interés en horrorizarse, o en aburrirse?
- Se trata de personas que piensan que se lo han ganado porque ellas, a su vez, horrorizan a los demás, o porque lees gusta la emoción del pánico, o porque suponen que las películas tienen que ser aburridas. ¿Puedes creer que muchas personas disfrutan, por razones que ellas juzgan muy sensatas, al imaginar que están indefensas en sus propias películas? No, no puedes creerlo.
- No, no puedo - respondí.
- Mientas no entiendas eso, te preguntarás por qué algunos individuos son desdichados. Son desdichados porque han elegido serlo, ¡y eso está muy bien, Richard!
- Hum.